0:00
/
0:00
Transcript

¿Ópera hoy?

Reflexión 25 años después del lanzamiento de CUÉNTAME UNA ÓPERA


[ por la autora de Cuéntame una Ópera. English translation here ]



Han pasado 25 años desde que, por fin Sony decidió editar las óperas como cuentos que había empezado a escribir para mi hijo en 1996-97.
Para entonces me había pateado unas cuantas editoriales con una maleta cargada con mis originales cuando todavía no se había extendido la digitalización… ¡qué tiempos! En la promoción de los CDs con libreto de Sony Classical Spain, ya como Colección Cuéntame una Ópera, tuve ocasión de contar en radios y televisiones, mis motivaciones personales y los muchos valores que veía en aquellas historias con sus músicas extraordinarias.

Nota al margen 1. Lo que no compartí entonces, y hoy creo que fue determinante en mi empeño por contar óperas a los niños, es que aquellas historias me salvaban literalmente de un entorno bastante complicado. La ópera nos lleva a mundos de conflictos donde los protagonistas se toman el tiempo de confrontar debilidades, tentaciones y abusos, y lo hacen desde la emoción de la música. A mí me ayudó y me enseñó a contenerme, a reflexionar, y a buscar mi propio camino… los compositores me regalaron, con su música, fuerza y humor para sobrevivir.

Cada una de las óperas como cuentos de la colección que fui diseñando me trae recuerdos muy concretos. La mayoría están ligados a mi hijo Manuel, quien fue creciendo con sus personajes como si se tratase de amigos. Aparte de aprender a leer con Ulises, desde muy pequeño jugaba a dirigir Cosí fan tute, a cantar con Figaro y con Leporello… con tres años Manuel decía que tenía la música en la tripa, comentario que a Teresa Berganza le pareció muy sabio, y también al gran Fernando Argenta, a quien se lo conté en una entrevista en Clásicos Populares de Radio2… esta anécdota me viene a la cabeza hoy, mientras Manuel colabora con la orquesta del programa El Conciertazo, que mantiene vivo el legado de Argenta. ¿Casualidad llaman los tontos al destino?

Nota al margen 2. En realidad, creo que me inventé esta forma tan sencilla de contar óperas, no sólo para ponérselo fácil a Manuel, sino también para compartir con él aquellos momentos que eran mis preferidos. Porque lo importante para mi era que conectase con la emoción de cada momento musical, y de paso que conociera aquellas historias y personajes llenos de humanidad. En todo caso, siempre tuve claro que mi hijo, y más adelante cualquier otro niño que descubriera la ópera conmigo, iba a crecer, y merecía conocer el argumento original tal cual era. Había que resumir, y yo podía eludir los momentos más complicados, pero ni se me hubiera pasado por la cabeza traicionar unos libretos que habían inspirado a tan grandes compositores. Hoy, además, pienso que, ir de la mano de aquellos grandes, me ayudaba a superar mis muchas inseguridades como autora.

Recientemente, a finales de 2024, he tenido la ocasión de asistir a una función en el Teatro Real de Madrid. La música era de Haendel y se trataba uno de sus últimos oratorios. Hacía mucho que no asistía a una función en un gran teatro, y el shock fue tremendo. Como suele ocurrir en estos escenarios, la interpretación musical fue excelente y un verdadero regalo para los oídos. Para el resto de los sentidos, a los que la ópera - en su definición generalmente aceptada- también apela, la experiencia fue para mi tristemente decepcionante. Salí del teatro más que enfadada muy triste, y sintiendo yo misma la traición a Haendel que acababa de presenciar. ¿Qué hacían todas aquellas pantallas compitiendo con el escenario por la atención del público? ¿No basta ya el escenario? ¿Cómo una mártir cristiana había pasado a convertirse en una terrorista que montaba explosivos en la cocina de un restaurante? ¿Por qué aquellos admirables cantantes se prestaban a “interpretar” lo que no estaba en la obra para la que se les había contratado? En realidad creo que el trabajo de los cantantes debe resultar mucho más difícil en estas circunstancias… En más de un momento, tuve que cerrar los ojos para disfrutar de la música sin interferencias. Situación absurda que dejo aquí para la reflexión.

Nota al margen 3. Para este año, tras un tiempo metida en desarrollos tecnológicos, y en contacto con artistas visuales innovadores, me planteaba recuperar mis cuentos “a partir de óperas”. Por un momento, esa función del Real me obligó a reconsiderarlo.

A lo largo de los años, he asistido a toda suerte a “actualizaciones” y “versionados” de óperas y clásicos. Entiendo que los escenógrafos tienen derecho a su cuota parte de creatividad, y prefiero evitar los juicios de valor, aunque cuestiono su protagonismo. Eso sí, por simple respeto a la verdad y al público, ¿por qué no se atreven los teatros a programar las obras como lo que son? En este caso, por ejemplo, la obra podría haberse anunciado como: “ Teodora terrorista cristiana”, función lírica original de Katie Mitchell a partir del oratorio Theodora (1749) con música original de G. F. Haendel y libreto en inglés de Thomas Morell”. Hubiera resultado más honesto, que la advertencia subliminal en la ficha del espectáculo “escenas violentas, temas de terrorismo, acoso y explotación sexual”.

Una escena de 'Theodora', de Handel, en la Royal Opera House, donde se estrenó esta coproducción con el Teatro Real.
Una escena de 'Theodora', de Handel, en la Royal Opera House, donde se estrenó esta coproducción con el Teatro Real.Camilla Greenwell (Royal Opera House)

Nunca estuve vinculada a ningún teatro de ópera, y hoy no voy a justificar la deriva en los escenarios de este género musical al que se empeñan en dar un enfoque desde mi punto de vista obsoleto. Pero, no hay que olvidar que la mayoría de este tipo de funciones de ópera sólo son posibles porque cuentan con fondos públicos para su financiación. Por eso, me parece de sentido común preguntarse: ¿qué interés general mueve tal gasto? ¿cuál es el verdadero valor de la Ópera para el público?

A bote pronto, y sólo desde mi experiencia, puedo contestar que a mí, hoy más que nunca, de la Ópera me interesa solamente aquello que me aporta verdadero valor: las historias que cuentan las obras maestras y la música que las llenan de emoción. Quizás para los teatros la Ópera tenga otro valor o interés… Por eso, cabe preguntarse primero: ¿cuando pensamos en Ópera pensamos en los teatros o en las obras que conforman el variadísimo repertorio creado a lo largo de más de cuatro siglos?

Epílogo personal. Cuando puse en marcha la web de Cuéntame una Ópera, empecé a trabajar con independencia y muy pocos recursos personales. Organicé concursos de ilustración que llevaron la ópera a muchos niños, en pueblos de Asturias, de Andalucía, de México, de Argentina… Aquello creo que tuvo genuino valor para algunos, y en ese proceso Internet fue fundamental. Precisamente, en estos días, he estado haciendo pruebas con herramientas de Inteligencia Artificial, pienso en coleccionables digitales con nuestros personajes preferidos (Manuel también aportará su opinión…), y espero recuperar los cuentos desde una visión actual.

Trabajando en un cromo digital animado con IA. Almirena quiere su libertad… ¿Por qué? La respuesta se encuentra en Rinaldo de Haendel, una historia para abrir muchas conversaciones entre mayores y niños.

La Ópera, como género musical, ha evolucionado con el tiempo, y seguro que seguirá evolucionando. No desespero. Surgirán nuevos formatos escénicos, nuevas formas de llegar a nuevas generaciones de público, y se crearán nuevas obras más allá del repertorio clásico.

Por mi parte, desde Mirlo Studio, trataré de seguir aportando mi granito de arena para invitar a los recién llegados centrándome en lo que considero es su valor intemporal: las historias que nos cuentan y su música.

¡Todo un reto para este año 2025 que estamos iniciando!

Ya os iré contando…

Georgina

Discussion about this podcast